El
Museo cuenta con una recepción, doce salas de exhibición
y una galería donde tejedoras y tejedores muestran
a los visitantes las técnicas y creación
de diseños.
En Bolivia, las artesanías indígenas son
vistas, a menudo, como productos culturales de segundo
orden. Uno de los objetivos principales de este museo
ha sido, justamente, el poner de manifiesto la existencia
de un arte indígena actual, especialmente a través
de los textiles étnicos. |
El montaje
tanto de las salas mismas como de cada prenda, como los
textos que acompañan a la exhibición, responden
a la necesidad de destacar cada obra en su peculiaridad,
pero al mismo tiempo, provocar un acercamiento entre el
espectador, la estética y los contenidos del arte
indígena.

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Historia
El Museo de Arte Indígena nace como parte integrante
del Programa de Renacimiento del Arte Indígena.
Este Programa se inicia, en 1986, con el objetivo principal
de revitalizar los textiles tradicionales de dos áreas
culturales: jalq'a y tarabuco, y, a través de la
comercialización de la producción, generar
recursos complementarios en comunidades indígenas
muy deprimidas por la erosión de sus tierras y
el aislamiento. Este Programa cuenta hoy con algo más
de 800 socias tejedoras organizadas en 17 talleres comunales
femeninos y 200 hombres tapiceros y bordadores, que recuperan
técnicas precolombinas, organizados en 14 unidades
productivas masculinas. |

El Museo es un sitio de gran atracción turística
que además pone en contáctenos dos culturas, la indígena
y la urbana, de una manera íntima. La información
que proporciona permite acercarse a la lectura de las
imágenes y explorar su contenido. |
Este Museo…
está destinado a revelar, en primer lugar, la
deslumbrante e inquietante belleza de los textiles jalq'a
y tarabuco, la complejidad y profundidad del pensamiento
creador étnico-cultural que le ha dado vida, y
la alta calidad técnica, tan llena de significados
ella misma, conjuncionando en una densa substancia, expresión
y contenido.
Es, por lo tanto, un homenaje a esas mujeres -y ahora
también hombres- indígenas, artistas-artesanos
(y no sólo jalq'as y tarabucos), que han conservado
y desarrollado hasta nuestros días una cultura
original y propia, cuyas raíces se pierden en la
profundidad de los tiempos precolombinos.
Pero, y en segundo lugar, este Museo también es
un testimonio de cómo ha trabajado y trabaja el
Programa de Renacimiento del Arte Indígena. Los
procesos que ha producido, no sólo ingresos económicos
para las familias, no sólo dignificación
del rol de la mujer, sino también un movimiento
espiritual: las tejedoras tienen ahora a su disposición
cientos de diseños frescos, renovándose,
que estimulan su creatividad. Estaríamos presenciando
el renacimiento de un arte indígena y popular,
y ojalá también la profesionalización
de sus artífices. |

Finalmente, este Museo, es también el testimonio
de una reflexión permanente de las propias tejedoras
sobre su arte y sobre su actividad productiva, sin la
cual no habría proceso. Y una reflexión
de quienes guiamos y acompañamos este proceso,
en la cual está fuertemente presente la constatación
de toda la potencialidad que tiene, para el futuro, la
variedad étnico-cultural del país.
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